Hoy es un blog especial por varias razones, dado que recomiendo un libro estupendo, el cual me ha enseñado muchas cosas, igual que su autor. Y una de las cosas que me ha enseñado es a que a veces en la vida te ves obligado a tomar decisiones contra la voluntad del corazón. La maldita situación que estamos viviendo ahoga a los empresarios pequeños que deben reinventarse o morir, no hay vuelta de tuerca. En ese reinventarse hay la parte bonita de la película: la creación, el volver a ser emprendedor, el creer en un nuevo camino (aunque a veces cueste), pero también hay la dolorosa, como la de tener que hacerse, de nuevo, pequeño para intentar volver a crecer, y la de prescindir de gente valiosa que te ha ayudado a sembrar esa ruta, pero que por las razones obvias del mercado laboral, el hacerse pequeño implica reducir en todos los sentidos. Decisiones empresariales, donde el corazón y la parte emocional deben dejarse de lado, en la medida que uno pueda. Si estoy escribiendo este post, es porque desde aquí podemos poco. Siempre he defendido el trabajo en equipo, y perder esa parte de equipo duele, y más si son personas con las que te has llevado bien, con las que has reído y compartido un tramo importante de la vida laboral y personal, que son personas buenas en todos los sentidos y que la maldita crisis nos obliga a perderlas en un tramo de camino, difícil para todos, DONDE LA CUESTA ES DURA Y NECESITAS EL EMPUJE DE MUCHOS DE ELLOS PARA SUBIR. Es verdad que debemos seguir caminando para poder volver a dar oportunidades a gente que hoy está fuera, pero deberían estar dentro. Y quiero agradecer a las personas que cuando van a su trabajo, van con alegría, con ánimo de tirar hacia adelante, con el empeño de mimar ese puesto y ser profesional. La gente que tiene otra actitud es la que debería estar fuera para dar oportunidad a quien realmente vea el trabajo como una parte positiva de la vida, y no como una obligación.

Como Borja Vilaseca explica muy bien en su libro QUÉ HARÍAS SI NO TUVIERAS MIEDO publicado por Conecta, el mundo empresarial tiene que cambiar porque el que tenemos es insostenible, y para eso necesitamos personas abiertas a un nuevo paradigma, abiertas a jugar otro partido, no lo que se ha estado haciendo hasta ahora. Debemos cambiar los valores y la pirámide laboral para poder conseguir ver el nuevo horizonte.

Y la película de la que hoy os quería hablar es FULL MONTY. El cierre de la fábrica de acero de Yorkshire deja sin trabajo a casi toda la población masculina. Uno de ellos, Gaz (Robert Carlyle), perderá el derecho a ver a su hijo si no consigue dinero para pagar la pensión de sustento familiar a su mujer. Se le ocurre una solución a la desesperada: formar un espectáculo de striptease con otros amigos suyos en su misma situación. FULL MONTY, que combina la simpática comedia con el amargo drama, fue un taquillazo mundial y obtuvo varias nominaciones a los Oscar y el unánime favor de crítica y público.