UN INSTANTE, UNA VIDA
Respirar, despertarse, el sol que entra por la ventana, la sonrisa de los tuyos todas las mañanas, el olor del café que invade la cocina, el reloj que aprieta, el día a día, los fines de semana, la familia, el mar, un buen libro, los amigos, el deporte… Todas son pequeñas cosas que vivimos día a día y a las que no les damos importancia, pero son pequeñas gotas de felicidad. Casi a nadie le pasan cosas extraordinarias en la vida, y quien lo espera, vive infeliz, porque lo realmente especial está en todas esas pequeñas cosas que, si las vives con intensidad, te dan el aliento necesario para sonreír. Y cada vez es más importante valorarlas porque un día estás y otro ya no estás. Lo hemos visto en las noticias, desgraciadamente, con el caso de la ballesta, con el terrible terremoto que se vive a Katmandú o el horrible «accidente» de avión que se llevó centenares de vidas, y un amigo.
La vida no es justa, y la tristeza me invade cada vez que lo pienso, porque HAY COSAS QUE NO PODEMOS EVITAR, y que me hacen reflexionar sobre todas estas pequeñas grandes cosas que son la VIDA, en sí misma, las tenemos que vivir con intensidad para acercarnos lo máximo posible a lo que denominamos felicidad.
Quizás el personaje de la novela que recomiendo hoy, Rai, no esperaba que su vida cambiara, que le pasara algo diferente, como que su padre le propusiera un viaje por Asia, y en cambio, le pasa, él acepta y sus vivencias hacen que se dé cuenta de lo que deja, pero también de lo que descubre.
La novela COSES QUE NO PODREM EVITAR, con la que Verónica Sánchez Orpella se estrena y con la que ha ganado el premio Carlemany de este año, nos transporta a un viaje interno y externo, por Rusia, Mongolia, China y Nepal.
Un premio muy merecido, porque es una historia potente, viva y arriesgada, con referentes musicales y literarios que nos ayudan a querer más a los libros y que nos hace reflexionar sobre la belleza de la vida si la vivos intensamente, sin esperar nada, sólo caminando, con buena compañía, si es posible, y mirando adelante, sin olvidar lo que dejas atrás, porque la vida es un instante, y lo que vale son las cosas buenas que te llevas, el resto no tiene importancia.
“Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un simple paso”. Proverbio chino.
La felicidad no existe en sí misma, es etérea.
No se atrapa y no se queda, siempre se evapora.
La felicidad consiste en su búsqueda.
Ella no es más que su camino y nunca el destino.
Nunca es absoluta ni universal.
Nunca permanece, siempre se transforma.
A veces es un deseo y otras un recuerdo.
Pocas veces es una realidad.
La felicidad es un viaje con paradas en la decepción.
Es complicada como un puzzle de mil piezas.
Y frágil como una pompa de jabón.
La felicidad es dulce cuando no es amarga.
Es gratis cuando no se paga.
Y cara cuando tiene un precio.
La felicidad viaja en autopista de peaje.
No vive en la pobreza.
Y nunca visita a la enfermedad.
Me has recordado este texto que escribí un día. Te lo regalo junto a una sonrisa. Siento mucho tu pérdida.
Vivamos intensamente cada minuto.
Feliz puente.
¡Gracias, Paz!
Me ha gustado mucho tu descripción de la felciidad en un día en el que, precisamente, la estaba buscando porque no sé dónde me la había dejado. Gracias, Paz.
Me alegra que te haya gustado José Luis. Un abrazo.
«A casi a nadie le pasan cosas extraordinarias en la vida, y quien lo espera, vive infeliz, porque lo realmente especial está en todas esas pequeñas cosas que, si las vives con intensidad, te dan el aliento necesario para sonreír.»
No puedo estar más de acuerdo, Sandra… ¡Pero qué dificil es a veces apreciarlas! A veces cuando lo hacemos es cuando ya nos faltan…