La labor de los maestros es muchas veces cuestionada, y a mí me parece uno de los trabajos más difíciles que hay porque no todo el mundo sabe transmitir y explicar a un grupo de niños, adolescentes o adultos, que no siempre están dispuestos a escuchar. Hay que saber motivar, entusiasmar, con la finalidad de enseñar. Labor complicada, y pienso, que vocacional. Por esta razón, la última novela de Angeles Doñate, autora de EL INIVIERNO QUE TOMAMOS CARTAS EN EL ASUNTO, traducida a 10 idiomas, vuelve con una historia que nos toca el corazón. Partiendo de la historia real de las escuelas vagón que existieron en México mientras se construían las vías del ferrocarril, Ángeles nos explica la historia de Ikal de once años, hijo de obrero del ferrocarril y que sueña con ser maestro. Admira a Chico, cuenta los trenes que pasan con Tuerto, le gusta Valeria, una campesina, y vive con Quetzal, su perro.

Todos son alumnos de don Ernesto en la escuela vagón de Malinalli Teneolat, durante el curso que cambiará sus vidas. Entre campos y vagones viejos, los alumnos descubrirán la vida gracias a la pasión de su maestro, pero una foto en blanco y negro de todos ellos, que duerme en un expediente olvidado en la Secretaria de Educación, se convertirá en la peor pesadilla de Hugo Valenzuela, un brillante inspector. El maestro necesita jubilarse, y algunos políticos creen que ha llegado el momento de dar carpetazo a un modelo educativo pasado de moda e inútil.. Hugo no está convencido y decide tirar del hilo en un viaje que lo llevará a reencontrase con su pasado, y donde deberá jugarse su futuro, con huellas que no se pueden borrar como las del primer amor o las de un maestro que nos abre las ventanas al mundo.

Un libro fantástico, que te emociona, y dónde descubres una realidad. Gente que lucha por lo que ama, para ayudar a otros que, debido a sus circunstancias, viven como nómadas siguiendo una vía de tren, sin un lugar propio, pero que por fin encuentran a alguien que valora la educación y que cree que es un derecho para todos: su deseo es que los niños de los obreros y los campesinos tengan la mismas oportunidades que otros. Ojalá hubiera en todas partes muchos Ernestos que supieran transmitir el amor por un oficio y las ganas de luchar por los demás.

Espero que este canto a la educación sea uno de los libros más vendidos esta primavera, no sólo por lo que significa sino porque Ángeles ha vuelto a demostrar que su pluma es única y que va directa al corazón del lector.