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¿PODEMOS MANEJAR EL PODER?

Autor: Sandra Bruna jueves 18 junio 2015

La lucha por el poder ha existido siempre y creo que nunca se acabará. La raza humana lo lleva en el ADN. Tener poder no es bueno ni malo, siempre que se sepa gestionar bien. Además es muy relativo eso de tener poder, porque todos tenemos poder sobre algo en la vida. Y ese también se ha de saber gestionar, no sólo el poder en mayúsculas es el que debe importarnos. Sin embargo, el poder en mayúsculas es el que nos preocupa, porque generalmente es controlado por gente en quien no confiamos plenamente y, por lo tanto, en los tiempos que corren no es fácil  confiar en nadie.

Los políticos han demostrado que la mayoría no son de fiar, que se aprovechan del poder que tienen, pensando en ellos y no en los demás. El poder va acompañado de egoísmo, y eso se transforma, muchas veces, en avaricia. Sin embargo el poder bien gestionado podría ser «bueno», dado que sería sinónimo de tener la oportunidad de ayudar, de motivar a la gente a tener objetivos y a cumplirlos. Estas pasadas elecciones el pueblo ha demostrado estar cansado de los abusos del poder, y ha votado a gente nueva, con la ilusión de que sea gente que no se va a dejar corromper por este caballero que siempre acaba ganando la partida (yo tengo mis dudas, y disculpadme por ello).

Pero la historia siempre habla y ya en el pasado, las batallas entre reinos eran por el poder, como bien explica José Vicente Pascual en su novela INTERREGNO, situada a principios del siglo V. Prácticamente desaparecido el dominio de Roma, los pueblos del norte de la península Ibérica y las tribus, clanes y naciones euro-asiáticas que la han invadido luchan encarnizadamente por la supremacía. Perviven el antiguo culto animista y la espiritualidad vinculada a las fuerzas de la naturaleza, propias de la religión céltica, la hechicería y la magia, enfrentadas a las deidades clásicas y, sobre todo, a la nueva fe cristiana.

Berardo de Hogueras Altas, desde su rica ciudad guarecida en el vértice montañoso cántabro-astur-leonés, convoca a sus vecinos y aliados para fundar un señorío defendido por un poderoso ejército. Han de enfrentarse a  la amenaza de los vándalos asdingos y las salvajes partidas de halaunios que asolan la región; también se defenderán ante los planes del codicioso Hermerico, rey de los suevos, quien desde su trono en Bracara Augusta planea adueñarse de todo el norte peninsular. Aunque, quizá, los enemigos más temibles sean las intrigas por el poder y la traición. La llamada de Berardo es respondida por los bravos montañeses de Gargantas del Cobre, los cazadores del valle de Eione, los fieros guerreros de Pasos Cerrados… Todos saben cuál es su destino más cercano: los tiempos de la espada y la leyenda.

En el pasado las batallas eran los «jueces» y quien perdía acataba las consecuencias. Actualmente, al menos en nuestro país, no hay batallas ni espadas, afortunadamente, pero el abuso del poder ha cansado a la gran mayoría de la población y esperemos que la nueva oleada sepa cómo gestionar la batuta, porque si  dirigir ya pequeñas cosas del día a día, es complicado, ni te cuento poder dirigir una ciudad, y ya no digamos un país. Y con todo esto, no sucumbir a la seducción del poder, cuando desde siempre, los reyes, la iglesia, y los ciudadanos de a pie no se han resistido a él, pienso que sería un paso adelante enorme conseguir que un equipo de gente supiera cómo manejar el poder para conseguir cosas mejores o simplemente que la palabra poder fuera solamente el sinónimo de “entre todos podemos conseguirlo”, y que eso no se quede sólo en un canto de sirena.

Lee en el blog del autor las primeras páginas de Interregno. 

“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.” Hermann Hesse.

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