Este fin de semana celebramos el día de la madre y las fechas claves se deben aprovechar. Ahora ya llevo años escribiendo este blog e intento no ser repetitiva con el discurso ni con los libros, pero esta vez creo que lo voy a ser por dos razones.

La primera porque el libro por excelencia para este día no puede ser otro que el de UNA MADRE de Alejandro Palomas, que acaba de ser publicado en Colombia, Chile y Argentina, un público donde creo que el libro va encontrar un lugar destacado seguro.

Y la segunda razón porque no puedo dejar de hablar bien de una madre como la mía. Una persona como mi madre, con su fortaleza, ha sido un ejemplo para mí y muchas de las cosas que soy son gracias a ella. Una persona fuerte, con empuje, trabajadora y que siempre ha sabido qué hacer y cómo hacerlo. Conmigo además ha sido cariñosa pero también ha sabido decirme las verdades, a veces dolorosas, y con su apoyo total, porque ella estaba allí para lo bueno y lo malo, y por esta razón creo que puedo estar hoy aquí escribiendo este blog. De la misma manera estoy aquí con una agencia propia, que pronto cumplirá 20 años, el camino del cual no ha sido nada fácil porque es un oficio muy complejo, pero gracias a ella puedo decir que sigo aquí y espero poder seguir con ganas e ilusión. Ahora, a mi me toca mirar hacia adelante pero a ella le toca retirarse del mundo laboral, bajarse de este tren y subirse al de la vida más tranquila, más pausada, y aunque todavía asoma la cabeza de vez en cuando, porque es una enamorada de su trabajo, sabe que debe dejar el relevo a los que vienen que, por suerte, son mis hermanos, y junto a ellos seguiremos construyendo esta pequeña casa de sueños e ilusiones. Disfrutaremos de una madre fuera de la oficina, que también será muy sano, con tiempo para dedicarse a lo que quiera además de sus nietos, otra de sus pasiones, y a nosotros, a quien nunca ha abandonado, pero desde el balcón de la vida. El trabajo siempre será una de las partes importantes de su vida pero ahora será secundario, y su sonrisa brillará más, estoy segura, y podremos disfrutar solo de lo familiar, lo cotidiano, de lo pequeño, que al final es lo más grande.

Igual que Amalia, que en la obra de Alejandro es un ejemplo de persona feliz pero preocupada por sus hijos, aunque no lo parezca. Los ayuda desde ese balcón de la vida, donde creo que ellas, las madres, saben ver las cosas de manera distinta a la nuestra y pueden decir aquello que nosotros no nos atrevemos, o quizás todavía no podemos decir. Porque las madres son siempre únicas, especiales y esenciales, porque cada uno sabe que tiene la mejor y todos tenemos razón. Fer, hijo de Amalia, lo sabe, y por eso esta novela es tan especial, porque es un homenaje a todas las madres, con sus defectos y virtudes, con sus puntos fuertes y débiles. Palomas ha sabido plasmar esto en palabras, lo cual es muy difícil porque los sentimientos profundos son complicados de poner sobre papel, como por ejemplo a mí me está costando ahora mismo, pero él lo ha conseguido. Y además, ha encontrado la manera de que los lectores lloran y se rían casi a la par, y cierren el libro con ese buen sabor de boca y pensando quiero más. Y lo han tenido, porque como muchos sabéis, el mundo de Alejandro Palomas es grande y une una cosa con la otra aunque todo puede leerse por separado, pero aquí os dejo un link con todo lo que podéis disfrutar de este autor que también es especial y único. Un gran autor, una gran novela… Y las madres, grandes mujeres que son imprescindibles, y para mí, uno de los pilares más importante en mi vida.