Vuelve a ser Navidad, unas fiestas que me gustan, que hemos vivido siempre en familia, y que con el paso del tiempo han cambiado un poco, nos hemos tenido que ir adaptando a nuevas situaciones. Cuando vivía mi abuela, muchas de las fiestas las celebrábamos en su casa, no porque tuviera el mejor comedor, ni la mejor cocina, todo lo contrario, pero le gustaba tanto cocinar y lo hacía tan bien, y tan a gusto, que el resto no era importante, sólo importaba estar juntos y disfrutar de la ilusión con la que lo hacía, que estoy segura que la transmitía a la comida que cocinaba, y por eso, era siempre todo exquisito, como ella, como su amor hacia nosotros, y que podía pasar aquella magia con la cual tan amorosamente cocinaba porque todos disfrutáramos al máximo de cada cucharada. Cuando ella faltó, nos tuvimos que repartir las fiestas, todos ponemos ganas, e ilusión, pero nunca volverá a ser lo mismo, porque mi abuela desprendía magia, y eso se tiene o no se tiene.
Ahora hace tres años, sentada delante de la tele y pensando que cocinaría por Navidad, y echando de menos a mi abuela, vi el anuncio de Educo, un anuncio que me llegó al alma. La frase que la madre le dice a su hija: “hoy cenaremos un bocadillo mágico, será pan con pan y lo de dentro nos lo imaginamos”, me hizo sentir que yo tenía que hacer algo, que trabajaba en un sector donde somos los reyes de la imaginación y que si aquel bocadillo era rellenado por la imaginación, yo había de ayudar a que se llenara de jamón, fuet o de queso de verdad. Estábamos acabando el mes de noviembre, por lo tanto si quería hacer algo, lo tenía que hacer en el momento, sin pensar demasiado, y arañé tiempo del que no tenía para organizar una fiesta solidaria con el lema LA LITERATURA ALIMENTA. Puse en marcha a todo mi equipo, que también se sumó a la idea con ganas, y diseñamos una camiseta con el lema LA LITERATURA ALIMENTA para venderla entre la gente del sector, y dar todo lo que recogiéramos a Educo y sus becas comedor.

El mundo de los creadores que dejan volar la imaginación para hacer feliz a la gente que los lee, para aportar valores con sus páginas, nos uníamos para hacer realidad una pequeña idea que viendo aquel anuncio me impulsó a moverme. La publicidad bien hecha es esta, la que te hace reaccionar, y aquel anuncio a mí me hizo montar toda una movida literaria y solidaria en menos de un mes. ¿Una locura? Quizás sí, pero valió la pena, porque fue un pequeño éxito, porque con el poco tiempo que teníamos, hicimos una fiestecita en pequeño comité, con los autores de la casa, que estuvieron extraordinarios, y a partir de entonces mi regalo de Navidad es para aquellos que lo necesitan, y animo al sector de los libros a ser también solidarios. Somos un sector que siempre recibimos críticas, de ser un sector que pide y que nunca parece estar contento del todo, que parece que siempre nos falte algo cuando tenemos el privilegio de trabajar en el que más nos gusta, y pensé que unir literatura y solidaridad era una magnífica idea para poder hacer valer que nuestro gremio no sólo somos gente egocéntrica, que piensa en ellos mismos, no es verdad, y que podemos hacer cosas por los demás y las queremos hacer.
La última cosa era poder llegar a tener el apoyo del sector, que quizás no pensaba como yo. No podía liderar yo sola una campaña donde lo que pretendía era que la literatura tiene que ser también solidaria. Pero la reacción de mi equipo, mis amigos y los autores de la casa fue excelente y lo hicimos, y creo que lo estamos consiguiendo, porque el segundo año colaboramos con Pallapupas, con mucha más gente ayudando a que esto fuera posible, y este, el tercero ya, con la fundación Afanoc, con los de “Ponte la gorra”, que ayudan a las familias que tienen un cáncer infantil en casa. Espero que también sea un éxito y podamos ir haciendo crecer esta fiesta cada vez más. Ahora ya no sólo vienen autores de la casa y amigos personales, sino también editores y periodistas, e incluso hemos implicado a la gente del barrio de Gràcia, donde tengo la agencia, a colaborar con nosotros. ¡Es magnífico!
Esto se ha hecho grande, y espero que siga creciendo porque LA LITERATURA ALIMENTA, esto lo sabemos, y puede alimentar tantas cosas, que nuestra labor es infinita, que podemos ayudar, año tras año, si todo el mundo se sigue uniendo a la causa y creemos que la fiesta de la literatura solidaria tiene que ser uno de los acontecimientos literarios del año, un acontecimiento en el cual no se da ningún premio, sino que su objetivo es dar a aquellos que más lo necesitan, y no recibir nada a cambio. Como hacía mi abuela por Navidad: no esperaba nada y lo hacía todo por ilusión. Y sé que ella estaría muy orgullosa de mí, viendo que su magia me ayudó a empezar una campaña solidaria por la que pienso luchar y ayudar a todas aquellas personas que dedican su vida a los demás.
Nosotros también lo hacemos, intentando hacer las mejores historias para que los demás las disfruten, por lo tanto ya estamos siendo solidarios, no una vez al año, sino con lo que hacemos a diario, pero si además sumamos poder dedicar una fiesta literaria sólo a este fin, todos salimos ganado, porque estamos dando sentido a aquello que más nos gusta, LA LITERATURA.