Se acerca la Navidad, un momento que para algunos es mágico y para otros no, e incluso se les hace pesado, triste o desagradable.  Antes no lo entendía, porque para mí siempre ha sido una época feliz, pero a medida que creces hay cosas que los mayores ya no pueden esconderte y entiendes que cada persona es un mundo y su circunstancia, y por desgracia muchos no pueden vivir las navidades como les gustaría, y por tanto, una vez esa venda cae, comprendes mucho mejor ese desprecio con el que algunos tratan la Navidad.

El mismo CUENTO DE NAVIDAD de Dickens es la prueba de que no todos podemos ver esta época de la misma manera, y debemos respetarlo, o intentar que esta gente pueda acabar viendo la otra cara de la moneda, si es posible. Sin embargo, también son muchos, los que se apuntan al carro de la felicidad y envían christmas a los amigos, se acuerdan de aquellos que quizás durante el año tienen más abandonados, y sacan un espíritu navideño «bueno» y no sólo comercial, que dura estos pocos días llenos de luz en la calle y de más amabilidad  en todas partes.

A mí me gustan las Navidades porque en casa las hemos vivido siempre con ilusión, en familia, a la cual se han ido agregando miembros, parejas y niños que nos alegran de una manera distinta lo vivido hasta ahora, ya que lamentablemente hemos perdido a otros,  en nuestro caso han sido los abuelos, que por generación es lo que toca y hay que asumirlo, pero que hacían que esos días fueran realmente especiales, y mucha parte de la «culpa» que la Navidad sea tan especial  es de ellos, que nos han sabido transmitir este sentimiento único, y que en forma de buenos momentos, queda siempre en el recuerdo, enmarcado en los más profundo del corazón para que no lo olvidemos.  Parece que cuando se acercan estos días de reunión, todavía puedo oler el caldo de pescado navideño de mi abuela, oír las risas al decorar la casa con los típicos motivos de estas fechas, o la ilusión de todos con la venida de los reyes Magos, los cuales siempre han venido cargados de lo más importante que es la ilusión para los más pequeños, cuando lo éramos,  y la felicidad de poder compartir regalos,  unos años más y otros menos, con los más quieres.  No negare que las reuniones navideñas son especiales porque sentimos este espíritu navideño, y nos gusta, pero todavía me gustaría más no perderlo durante el año, y aunque no cada día puede ser fiesta grande, sí que la esencia de esta etapa podemos mantenerla, intentando ser más amables siempre, no sólo cuando toca, sonreír más, que no cuesta nada, transmitir ilusión cuando la sentimos, dar cariño a los nuestros, aunque parezca que no lo necesiten y que pienses que ya lo tienen, a veces  nos olvidamos de demostrarlo, y es imprescindible recordarlo con una caricia, un beso o un te quiero. Esa partícula mágica que nos trae la navidad y, que hasta puedes palparla en la calle con la gente de tu entorno, es lo que la hace especial, y es verdad que perdería carisma si durante el resto del año todo tuviera esta apariencia tan perfecta, pero si ente todos pudiéramos poner esa esencia en un jarrón e ir dando sorbitos mensuales de la chispa navideña, quizás ya estaríamos dando un paso de gigante para que esa parte buena de la Navidad se quedase para siempre ente nosotros, y pudiéramos seguir la estrella de Oriente con los valores del día a día más fuertes.

Mi recomendación es un libro de Ana Alonso titulado MANUAL DE LA NAVIDAD publicado por Anaya, y el cual es muy recomendable para toda la familia dado que aprendes a realizar decoraciones y manualidades, a crear tu calendario de adviento, tus postales de Navidad o consejos prácticos para montar el belén y el árbol. Todo muy útil y acompañado con emocionantes historias y leyendas que dieron origen a las tradiciones navideñas, de aquí y de otros países. ¡Un libro ideal para regalar y que no caduca!

 Frase: Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año. (Charles Dickens).