Siempre en este blog me sale decir la misma frase. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Sin embargo la amistad, a medida que vas creciendo, te cambia el concepto de la misma. Recuerdo que cuando era pequeña me pasaba horas hablando por teléfono con mi mejor amiga, y como mi hermana hacía lo mismo mis padres tuvieron que poner un candado en el teléfono porque las facturas sobrepasaban muy a la alza lo que ellos consideraban “normal”.

Hoy en día este problema ya no lo tenemos porque los chavales se comunican por whatsapp. Barato lo es, pero quizás se pierden otras cosas como la cercanía, el decirse las cosas con las palabras, la comunicación verbal, tan importante para moverse en un mundo donde lo tecnológico avanza mucho y rápido, pero no podemos perder el saber estar, el comunicarnos cara a cara, en nuestro día a día, con el vecino, el panadero o los compañeros de trabajo. Lo tecnológico nos trae muchas ventajas, pero debemos saber cómo y cuándo utilizarlo. Hay cosas que no se pueden decir con un whatsapp o, según mi opinión, no deberíamos decirlas, y en cambio cada vez más la gente es capaz de esconderse detrás de la tecnología para todo, para lo bueno y lo malo. Que quede claro que soy una gran defensora de este tipo de mensajes para muchas cosas, pero no me gustaría que la generación que viene fuera tan virtual, tan mecánica, en definitiva, tan gélida. Mensajes prácticos sí, pero sin perder la comunicación hablada o en persona, que es todavía mucho mejor. Ya no encontramos esos momentos mágicos con los amigos y los mantenemos a través de mensajes pero, sinceramente, yo pienso que no es suficiente. La amistad se cultiva regándola y con solo mensajes escritos, y cortos, es muy difícil que esa amistad crezca de manera saludable. Recuperemos esos tiempos en los que íbamos a un bar a charlar, a reír, o a compartir lo que había pasado durante la semana, nos servía de terapia para seguir afrontando el día a día, que muchas veces era complicado, y ahora más. La sociedad de hoy no lo pone fácil, es cierto, ahora los de mi generación todos tenemos muchas obligaciones, familia y demás, pero si uno quiere se puede encontrar el hueco, y seguro que dan ganas de repetir.

Hoy mi recomendación es el libro de Care Santos SE VENDE MEJOR AMIGO/EM VENC EL MILLOR AMIC (SM/Cruïlla), para que ya de bien pequeños sepan lo que es tener un amigo y el valor del mismo. Care ha sabido, con su colección SE VENDE/EM VENC, encontrar ese punto gracioso a temas de las relaciones humanas para que los pequeños sepan valorar lo que tienen y lo que perderían si no lo tuvieran. Como siempre, Care sabe hacerlo, y bien, para grandes y pequeños, y quien no haya leído SE VENDE MAMÁ/EM VENC LA MARE, SE VENDE PAPÁ/EM VENC EL PARE o SE VENDE GARBANZO/EM VENC EL CIGRÓ, que empiece a leer el que quiera porque la sonrisa y el “aprendizaje” sin que sea moralina ni aburrido están asegurados. Y para las madres, y esos padres, que todavía no hayan tenido DESEO DE CHOCOLATE/DESIG DE XOCOLATA (Columna/Planeta), aquí les dejo la cubierta de nuevo para que no olviden esta maravillosa novela con la que Care ganó el Premi Ramon Llull el año pasado, y que nos pone buen sabor a la vida.

Un verdadero amigo es aquel que entra cuando todos los demás se van – ANÓNIMO