La edad no la dicta el DNI
Leí en un artículo que las presentadoras de informativos que pasaban de una cierta edad las sacaban de circulación porque no daban la imagen adecuada, por ejemplo una profesional como Rosa Mateo recibió este trato. Las presentadoras de ahora deben ser altas, guapas, con ojos a lo Sara Carbonero y cuerpo de modelo. En cambio los presentadores, hombres, pueden ser calvos, con entradas, y lucir una estupenda barriga que no pasa nada. ¿Quién es la persona que hace estas valoraciones? Es realmente ridículo que para dar las noticias prevalezca la belleza frente la profesionalidad de cómo comunicar. Actrices de gran calidad también han declarado que cada vez es más difícil encontrar papeles en las grandes producciones aunque el papel sea de mujer mayor, ya que prefieren una joven caracterizada que a una mujer mayor autentica, cosa que no se comprende de ninguna manera. ¿La experiencia y la labor trabajada no valen para nada? La semana pasada fui a ver la obra de teatro AGOST, que la protagoniza Anna Lizaran, una gran mujer en todos los sentidos y que muy bien acompañada por grandes actrices sacan adelante una obra de 4 horas de una manera espléndida, y no es por decirlo, pero hay varios actores y actrices mayores en esta obra que dejan el pabellón muy alto. Por tanto no entiendo que en según qué medios se valore sólo la parte externa y no la interna, además de los años de trabajo y la experiencia de cada persona. Es verdad que hay profesiones que necesitan que la gente se retire antes de la palestra, pero en muchas otras no hace falta, y por culpa de cómo envolvemos el producto se ven afectados grandes profesionales, así que espero que en el mundo del libro no nos pidan dentro de nada que a parte que la novela sea interesante, vendedora y atrape, que el autor o autora sea un adonis, porque siempre copiamos las cosas que no deberíamos y esto realmente asusta. Además, la edad muchas veces no la marca el carnet de identidad sino el espíritu que respira cada uno.
Mi recomendación para esta semana es una novela de una autora que siempre ha escrito, pero que podríamos decir que se estrena con URPES DE SEDA, una obra de mujeres fuertes y vidas difíciles en una época donde nada era fácil. La publica Amsterdam, en catalán, y estoy segura que gustará al mismo público que le ha gustado OLOR DE COLÒNIA de Sílvia Alcàntara. ¡Ideal para Sant Jordi!