Ser agente literario es un oficio glamuroso, o es lo que parece, queda bien en la tarjeta de visita, presentaciones, cenas, premios literarios y viajes. La gente quiere saber lo que hacemos, y lo ve como algo divertido, y apasionante, que lo es, pero como todo, tiene muchas sombras. La verdad es que yo soy agente casi por casualidad, empecé muy joven a trabajar en una agencia literaria y desde debajo de todo, de mensajera, pero fui subiendo y aprendiendo el negocio desde cero. La mejor carrera universitaria, os lo puedo asegurar, es LA EXPERIENCIA. Sin embargo todo lo que tiene de » glamour», lo tiene de duro, complejo y estresante.
Ser mediador, estar en medio, siempre es complicado, y más cuando tienes que defender los intereses de un tercero, el cual ha depositado en ti toda la confianza, ya que sino la cosa no funciona. Debes ser prudente, pero a la vez seductora, y saber muy bien cómo manejar las piezas del tablero para que nadie se ofenda, se enfade, o crea que le quieres hacer una mala jugada. La verdad, es que cada uno tiene maneras y maneras de moverse en este mundo, pero la mía siempre intenta ser la misma. Claridad, honestidad e intentar hacer lo mejor para mi cliente pero siempre a través de las buenas artes, y no siempre es fácil. Sin embargo, debo confesar, que es un trabajo que engancha, igual que la Coca-Cola, cuando más bebes, más quieres, pues nuestro día a día, a pesar de los agobios y las dificultades, es casi adictivo, y es difícil, por no decir imposible, dejar de pensar en los libros, las historias y en los objetivos.
A veces ni yo misma soy consciente que represento grandes autores, que están en las listas de los más vendidos del New York Times, y en periódicos de otros países del mundo, y que es un honor poder haber abierto las puertas a autores de gran calibre en los mercados donde puedo gestionar los derechos de los mismos. Autores como Amy Tan, Yann Martel, John Green o Ricky Riordan forman parte de mi vida, y a veces me parece un sueño. Es como si viera una película donde yo fuera una de las protagonistas, pero casi no me creo que es real. Supongo que esta es la magia de mi oficio, que disfrutas sabiendo que puedes dar forma a grandes historias, que puedes ayudar a cumplir sueños de escritores, y sobretodo hacer crecer el mundo de los libros, o al menos esa es la intención. Supongo que este mundo está algo mitificado, pero cuando estás dentro, creo que hasta nosotros mismos lo mitificamos muchas veces y por eso seguimos enganchados a él.
Y hablando de MITOS, pero de otra clase, justo esta semana llega la nueva saga de Rick Riordan al mercado: LA ESPADA DEL TIEMPO, la nueva serie de MAGNUS CHASE, donde nos dará a conocer los «mitos» vikingos, con interesantes y trepidantes aventuras, como ya lo ha conseguido con sus anteriores sagas de PERCY JACKSON y LOS HEROES EL OLIMPO.
Magnus Chase siempre ha sido un chico con problemas, ha vivido solo en las calles de Boston esquivando tanto a la policía como a los ladrones. Un día, una nueva sombra se suma a sus perseguidores: su misterioso y hasta entonces desconocido tío Randolph, que le revela un secreto imposible: Magnus es en realidad el hijo de un dios nórdico. Los mitos Vikingos son reales. Los dioses de Asgard están preparándose para la Gran Guerra. Trolls, gigantes y criaturas horrendas se entrenan para el Ragnarok, el fin del mundo. Con la ayuda de Sam, una valquiria que lo odia en secreto, y del enano Blitzen y el elfo Hearthstone, ambos fugitivos, Magnus viajará por los nueve mundos en busca de la única arma que puede detener el Ragnarok: una espada legendaria perdida hace miles de años… Y en el camino tendrá que tomar la más difícil de las decisiones. Porque a veces, para salvarse, es necesario morir.
Penguin Random House sigue apostando por un autor que tuvo la brillante idea de llevar la mitología al terreno de la aventura y hacer un cóctel perfecto.
