Blog de Bruno

El personaje Robin Hood, a pesar de ser un pillo descarado, siempre ha caído bien a la mayoría. Alguien que “roba” a los ricos para dar a los pobres, no es que esté del todo bien, dado que robar no es lo correcto, o no debería serlo aunque vivas en España, y aunque robes a los que más tienen. Sin embargo siempre le hemos indultado porque cuando los que más tienen extorsionan a los que no y maltratan sin medida sólo por el gusto de vivir ellos mejor, quizás no nos parece tan incorrecto. Esto me hace pensar que quizás en la sociedad actual, con todos los escándalos de sobres y demás, quizás un buen Robin Hood para la gente de a pie no nos iría del todo mal, porque ya va siendo hora de que alguien pueda decir basta de extorsionar a los pequeños, y que se retiren del manejo del poder todos aquellos que se han aprovechado de tenerlo. A mi modo de ver, a día de hoy, no quedaría nadie impune, y eso que seguimos sin gobierno y sin ningún candidato claro, porque el pueblo está cansado de promesas incumplidas y de gente que a la que coge la silla, pierde la visión de dónde está y por qué está allí, y el poder le transforma en egoísmo puro y duro. Sé que no debe ser fácil, pero tampoco debería serlo ser un Robin Hood, dado que su filosofía era robar para dárselo a los necesitados, cosa que no haría la mayoría, por tanto, yo diría; póngame un Robin Hood en mi vida, a ver si las cosas funcionan mejor.

Víctor Amela es justo ganador del Premi Ramon Llull 2016 con LA FILLA DEL CAPITÀ GROC, publicada por la Editorial Planeta, y que saldrá publicada en castellano también en pocos días. Es una novela “romántica”, ambientada en el siglo XIX en las montañas mágicas de los Puertos de Morella, que recrea las andanzas de Tomás Penarrocha, un personaje real conocido como el Groc de Forcall que luchó contra los liberales en la zona de Maestrazgo durante las dos Guerras Carlistas. Fue su Robin Hood de los bosques, o de las montañas, en este caso.

El autor descubrió las andanzas del Groc durante los largos veranos de infancia que pasó en Forcall, pueblo en el que nació su abuelo, y vio claro que había una historia que contar. Una novela tierna y nostálgica, pero a la vez dura y trágica, dónde un personaje local, se transforma en personaje universal. Y no olvidemos el personaje de Manuela Penarrocha, su hija, con sus ojos grises que nos enamoran desde la primera página, y cuya relación con su padre pone una de las partes más bonitas de esta historia y es uno de los puntos tiernos frente a las batallas sangrientas de la época, las Carlistas. De estas batallas se ha hablado poco y esto es un punto más a favor de esta novela que nos muestra una parte de la historia poco conocida de una manera sugerente, que se convierte en una novela histórica atípica porque engancha igual que un thriller. Así que a lectores de cualquier género les interesará conocer quién era EL CAPITÀ GROC, dónde está Forcall, y recorrer la zona. Un plus más a una obra que tiene éxito asegurado, por calidad y por “humanidad”.