Hace semanas que van saliendo noticias escalofriantes sobre violaciones a niñas, y casos increíbles como el del personaje que después de 17 años en prisión, nada más salir vuelve a la carga con una violación.

¿Se llega a aprender alguna cosa en las prisiones españolas? ¿Nuestro sistema penitenciario es realmente el que debería ser? Nunca he estado a favor de la pena de muerte, ni tampoco creo que nadie pueda dejar de tener una segunda oportunidad, al contrario, deberían poder tenerla, y poder salir de prisión y reinsertarse en la sociedad. Sin embargo, parece imposible cuando escuchas las noticias o cuando ves reportajes en televisión, donde las cárceles parecen más hoteles que lugares de castigo. Además, cuando el tema toca los abusos a niños pequeños, la verdad es que prefiero no opinar porque los pelos se me ponen como escarpias y no sé si podría ser justa con gente que es capaz de agredir a niños inocentes. En todo caso, deberíamos reflexionar, y mucho, sobre la justicia en este país y sobre las condenas penales, porque no se ajustan al modelo de sociedad en la que vivimos. Después de un toque de atención como este, solo puedo recomendar una novela que se lee como una road movie mental y en la que todo parece una locura, dado que el personaje principal vive de filmar la muerte de otros y sueña con conejos de peluche rosas asesinos, que es quizás como acabaría yo si tuviera que juzgar a toda esta gente que sale de una condena y parece que de nada haya servido.

Jair Domínguez, en su novela  SEGUI VORA EL FOC publicada por Amsterdam, nos presenta un texto desenfadado, irreverente y alucinante que habla sobre la vida y la muerte al estilo más Tarantino que un libro pueda reflejar. Esta es una novela muy bien escrita que no solo va dirigida al público más “gore”, como en principio nos podríamos imaginar, sino que va a sorprender a más de uno, si se atreve con ella. Así que os animo a que os encandile la cubierta de Amsterdam  y queráis ya saber más sobre un texto diferente y de calidad, tocando un tema peliagudo y violento.

«Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia.» – LEV TOLSTOI