Hace muchos años que conozco a Nadia. Todavía recuerdo cuando entró a la agencia, con cierta desconfianza, pero con una mirada limpia y valiente. Desde entonces hemos trabajado y hemos vivido muchas cosas juntas. Puedo decir que Nadia es una autora especial para mí. La admiro por su valentía, por cómo ama su pueblo y a sus padres catalanes, por como aprecia Cataluña, que es quien la acogió, y por cómo no ha dejado nunca de luchar por lo que cree, por las mujeres de su pueblo, y por la paz. Este libro es un testigo brutal de lo que ella piensa y de lo que ha hecho y quiere hacer para no tirar la toalla aunque el mundo haya ido hacia atrás; aunque su país vuelva a estar bajo el poder talibán; aunque parezca que todo lo conseguido no haya servido para nada.

Soñando la paz empieza el mes de agosto del 2021. La narradora y activista afgana Nadia Ghulam, viendo que los talibanes avanzan por Afganistán, empieza a moverse desesperadamente para poder ayudar a los suyos. Estas páginas nacieron después de conversaciones entre Nadia y la periodista Ariadna Oltra, en las cuales hablaron de cómo han vivido este último año ella y sus familiares, lo que tuvo que hacer para conseguir traer a España a parte de su familia y lo que están viviendo en Kabul los que no han podido marchar. La historia de unos pocos y, aun así, la realidad de miles de familias afganas y otros lugares del mundo.

Aquel agosto, los medios de comunicación nos bombardeaban con imágenes estremecedoras de hombres que caían de un avión mientras intentaban huir desesperadamente de la ocupación. Después de meses, nadie nos habla de lo que está ocurriendo allí, ni tampoco de cómo se encuentran las personas que pudieron huir y que han sido acogidas en diferentes lugares del planeta. La voz de Nadia es la de todos ellos. Aquella niña afgana que se hizo pasar por un chico durante diez años para poder tener de los derechos que como mujer le negaban, vive en Barcelona desde hace dieciséis. Su objetivo vital y el de estas páginas es ayudar las mujeres de su país para que puedan continuar estudiando y para conseguir que se conviertan en «agentes por la paz» para multiplicarse en un Afganistán ocupado.

Gracias, Nadia: por no perder la esperanza y por continuar luchando contra todo y todos. Lamentablemente, el mundo donde vivimos no es como muchos querríamos, pero hay gente como tú que lo hace siempre mejor.