Hoy se ha levantado nublado, ha llovido, pero da igual. El tiempo nos aguantó el día de Sant Jordi y nos acompañó para que el día del libro no fuera descafeinado, como muchos temían. Al final, tuvimos un buen día donde todos pudimos respirar algo más tranquilos y, sobre todo, no perder la ilusión con la magia que envuelve la ciudad de Barcelona el día  23 de abril. Se llena de ambiente, se respira primavera, y este año paseaban familias enteras que salieron a la calle a demostrar que mantienen esta tradición de la rosa y el libro y además reivindicaban que no la debemos perder, por mucho que el calendario o el tiempo lo pongan complicado. La verdad es que vivirlo desde dentro, trabajando en el sector, también es muy diferente, porque a mí se me mezcla la ilusión, la pasión por lo que hago, las ganas de que las cosas vayan bien, y el que siempre ha sido un día que lo hemos vivido con intensidad en casa, y por tanto esas cosquillas en la barriga, que te pasan sólo en ocasiones especiales, a mi no me las quita nadie cuando veo que la gente compra, mira libros, se interesa por lo que ha salido, que los autores firman y están contentos disfrutando de un día en el que todo parece perfecto, y que creo, que aunque sea sólo por un día, lo es. Esa es una de las partes más bonitas de este trabajo nuestro, sin ninguna duda,  y como dijo Luis del Olmo, en una entrevista el mismo día de Sant Jordi: “Cuando te apasiona lo que haces, cuando vives por y para tu profesión, nada te aburre, y no querrías retirarte nunca, forma parte de tu vida”. Supongo que algo similar nos pasa a los del sector del libro, por lo menos a mí, que siendo un trabajo duro y de muchas horas, casi sin poder desconectar nunca (y de eso me quejo muchas veces, soy consciente) te compensa con creces,  porque vibras con lo que haces, te emocionas cuando logras que un libro funcione, aquí y fuera, y te entristece cuando no consigues tus objetivos con alguno de los autores que crees que lo merece. Es como un partido de fútbol, muchas veces el que juega mejor no gana, y es injusto, aunque pienso que  la trayectoria, después, siempre acaba poniendo las cosas en su sitio. Así pasa también con los libros, aunque se necesita, quizás, un saco más grande de paciencia y de tiempo para llegar a marcar ese gol que nos diferencia. Sin embargo, con tesón y trabajo, yo siempre creo en eso y en una pizca de esa suerte buscada, podemos ir asumiendo retos, quizás no todos los que quisiéramos, pero lo importante es avanzar, aunque sea despacio.

Mi recomendación de esta semana es para un libro que en la agencia nos ha entusiasmado, que ha salido en la campaña de Sant Jordi sin hacer mucho ruido, pero que creemos firmemente en él y en la editorial que lo publica, que es Roca. La novela se titula LA RAZA NÚMERO 4 de Raquel Barco, quien ha sido capaz de escribir una novela con carisma, carácter, con buena pluma y comercial. Cuatro características difíciles de juntar en una novela, pero que esta vez no puedo dejar de decirlo, y que si otros thrillers como la BIBLIOTECA DE LOS MUERTOS, que hemos vendido desde aquí también pero el autor es americano, o SÉ LO QUE ESTÁS PENSANDO, que ha publicado Roca, han funcionado, este tiene que funcionar sin ninguna duda. Un libro ideal para este verano con muertes sin resolver, leyendas y mitos, mapas ancestrales y civilizaciones perdidas. Un puzle que deberá encajar para resolver la existencia del planeta, la supervivencia de una RAZA. LA CUENTA ATRÁS YA HA COMENZADO PARA TODOS, dentro del libro y fuera, ya que estoy segura que muchos no podrán esperar a comprarlo.