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CUMPLIMOS 20 AÑOS

Autor: Sandra Bruna jueves 1 julio 2021

¡Este mes la agencia cumple 20 años! Parece que fue ayer cuando celebrábamos los diez… El tiempo vuela, literalmente, y durante estos diez años han pasado tantísimas cosas…

Pero la base ha sido seguir aprendiendo un oficio que nunca parará de sorprenderme, asustarme, y gustarme. Por la agencia han pasado muchos autores, pero los que empezaron conmigo no son tantos, porque la relación autor y agente no es fácil. Tampoco es difícil, pero, como todas las relaciones, necesita lo básico: fidelidad, honestidad y transparencia. Entre los pioneros están Francesc Miralles, a quien admiro como persona, que ha demostrado su valía en todos los géneros y se ha coronado con su libro estrella, IKIGAI, que tiene más de 60 traducciones. No sé si ninguno de los dos nos lo hubiéramos imaginado nunca, pero sabemos que esto es una carrera de fondo y nos sigue ilusionando compartir proyectos. Alejandro Palomas es otro de los autores de siempre, con el que hemos tenido subidas y bajadas, como en todas las relaciones, pero en nuestra madurez, hemos conseguido una estabilidad literaria impecable. Después de su éxito con UNA MADRE, recibir el Premio Nadal con UN AMOR y el Premio Nacional de literatura con UN HIJO, sabemos que no nos podemos quejar. No obstante, ambos seguimos soñando con UN PAÍS CON TU NOMBRE, que será su próxima novela, que no os podéis perder, porque los fans os haréis más fans, y los que no lo sois, os engancharéis a este mundo Palomas, tan especial. El Dr. Estivill fue uno de los primeros que apostó por mí, y me ha apoyado en todo. Su primer éxito, DUÉRMETE NIÑO, traducido a 20 idiomas, y con millones de ejemplares vendidos, nos ayudó a despegar. Este año, con EL MÉTODO TOKEI, nos abre las puertas a la cronobiología para ser feliz. Ellos fueron los primeros, y seguimos haciendo camino juntos. Diría que con la misma ilusión, pero con más sabiduría de este mundo literario, que es tan bonito como cruel, pero al que vivimos enganchados. Porque a estas alturas, al menos yo, no sabría a qué dedicarme que me apasionase al mismo nivel, que me exigiese y me mantuviese en tensión día a día. Porque este es un oficio similar al de un trapecista, que está en la cuerda floja, en la que debe mantener el equilibrio, y cruzarla de punta a punta cada vez que sale a escena. Y nuestra escena es como la de ellos, cada día: no hay tregua, pero sí hay pasión y vocación, y con eso basta.

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