La noche más corta
Estamos a las puertas de la verbena de San Juan, el solsticio de verano, la noche más corta. Un día mágico, donde petardos, luz, cava y la famosa coca son los protagonistas de la noche. La gente está contenta y es la fiesta por excelencia que nos indica que llega el calor, el buen tiempo y parece que todos tengamos más licencias para “liberarnos” de la rutina del curso. Este tipo de fiestas, como la de Fin de Año, parece que sea “obligatorio” celebrarlas, estar de juerga, ser feliz, y yo no soy muy partidaria de la fiesta porque toca, pero confieso que San Juan me gusta porque lo asocio al comienzo de una etapa más relajada, donde la gente, en general, está más abierta y parece que disfrute más de cada momento, y esto afecta en el ambiente general de la ciudad, que parece que sonría más… Lógicamente, existe la otra cara de la moneda y esta noche no es tan especial para la gente que tiene que trabajar, que son muchos y de diferentes sectores; también es una noche donde la gente debe ser cuidadosa, y no lo es, y por tanto el lado amargo de la fiesta convive con el bueno, como en casi todos los aspectos de la vida, pero deberíamos quedarnos con lo positivo e intentar hacer de la celebración un encuentro con los amigos, con la familia y un motivo más para coleccionar esos momentos inolvidables que se acercan a la felicidad.
Me cuesta recomendar una novela “fiestera”, aunque para el público joven y que disfruta con la música y las salidas nocturnas creo que no puede dejar de leer ABSOLUT TARONJA, de Damià del Clot, que me enlaza con novelas más vanguardistas, transgresoras y quizás duras, pero que reflejan realidades en mayúsculas y con un nivel literario envidiable: como son HAS MARXAT SENSE AVISAR de Lluís Olivan y KETCHUP de Xavier Gual. No son novelas verbeneras, pero sí “modernas” y un ejemplo perfecto de que lo literario puede estar ligado a la actualidad sin problemas. ¡Feliz verbena, y que cada uno la disfrute a su manera, pero con una sonrisa!