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Abuelicidad

Autor: Bruno jueves 3 junio 2010

Leí La Contra de La Vanguardia el martes donde Paulino Castells hablaba de su libro sobre los abuelos y realmente me hizo pensar en la importancia de esa figura, al menos en mi vida. Yo he tenido la suerte de poder vivir muchas cosas con mis abuelos, para mí, excepcionales. Teníamos una vida montada con ellos que echo mucho de menos, ya que nuestros fines de semana eran comer el sábado en casa de unos abuelos, los paternos, y el domingo en casa de los otros, los maternos, una reunión familiar que a medida que nos hacíamos mayores, valorábamos más y casi era una “necesidad” no perderse ese encuentro. Nos veíamos como mínimo cada fin de semana, ya que si era posible, se escapaban entre semana para pasar otros momentos con nosotros y de paso echar una mano a nuestros padres.

Mis dos hermanos y yo lo recordamos con cariño, eran momentos únicos de poder explicarles nuestras cosas y ellos nos escuchaban con un amor incondicional, con admiración, se desvivían por nosotros. Pasábamos también las vacaciones todos juntos, unos días en la playa, y otros en la montaña, y no tendría suficiente espacio para explicar los buenos momentos que hemos pasado con cada uno de ellos. Son recuerdos, fotografías de momentos que por nada podremos olvidar, y que es un autentico privilegio tenerlos, un tesoro. Lamentablemente a día de hoy, sólo nos queda la abuela materna, que sigue siendo un puntal en nuestro día a día, a pesar de que los años no perdonan y el rol de la vida cambia, y ahora somos nosotros que la escuchamos siempre que lo necesita, que la admiramos y sobretodo la queremos de manera desmesurada, tal como se merece. Ojala hubiéramos podido parar el tiempo para quedarnos es ese momento que todos estaban bien, activos, pero la vida avanza, no se detiene, con sus pros y contras, y ahora mis padres son los abuelos, y veo que van a ser igual de excepcionales o más que sus antecesores y que “ejercer” de abuelo es algo que se aprende a medida que sabes disfrutar de cada momento con tus nietos, y ellos más adelante, seguro que podrán escribir algo con el mismo cariño que lo he hecho yo. Dos libros que recomiendo para todos aquellos son o van a ser abuelos son: SOM AVIS, de Victòria Cardona, y LO MEJOR DE SER ABUELOS, de Silvia Adela Kohan.

Ahora que vienen las vacaciones la mayoría de abuelos tienden a pasar más horas con sus nietos, y una de las mejores actividades que pueden hacer juntos es leer cuentos desde Teo hasta Stilton, pasando por otros clásicos, cualquier cuento tiene magia, pero mi recomendación es sin duda, el nuevo título de Coia Valls, MAREA DE LLETRES QUE MAREGEN que es un libro fantástico con diferentes lecturas, y que a través de una aventura, podremos aprender…

Felices vacaciones y a disfrutar de la “ABUELICIDAD”, como recomienda Paulino es su libro Estimats avis.

14 Responses to “Abuelicidad”

  1. Irene dice:

    Totalmente de acuerdo con esta entrada: los abuelos son de lo mejor que te regala la vida. Yo también adoro a los míos, el amor que te dan y el que generan en ti ¡es inconmensurable!

  2. Un homenatge se’ls ha de fer als avis, que són els que més ajuden a les famílies en aquests temps de canvis socials tan marcats. Sorts d’ells. I gràcies per un post tan tendre que m’ha fet pensar també en les vacances i els caps de setmana d’aquella època en què les vacances se’ns feien fins i tot massa llargues -no com ara-. Una abraçada des de Lisboa on sí, de veritat, ha arribat l’estiu

  3. Francisco José Jurado dice:

    ¡Cuánta razón tienes en tus comentarios sobre los abuelos, Sandra! Por desgracia, yo no pude disfrutarlos mucho tiempo (de hecho, a los paternos ni llegué a conocerlos siquiera), pero son una figura importantísima en el entramado social y familiar, pues son ellos quienes transmiten y traspasan a la nueva generación formada por los nietos todos los valores, tradiciones y formas de ver la vida de una determinada familia o grupo social; esto es, los entroncan con sus propias raíces, con su propio ser, haciéndoles ver poco a poco a esos niñoso jóvenes quiénes son, de dónde vienen, cómo fueron laspersonas que les antecedieron, a cómo comportarse en la vida, en definitiva.

  4. ¡Me ha encantado esta entrada! Decía el Dr. Folch i Camarasa que, si no hubiera abuelos, tendríamos que inventarlos. Es cierto. En mi vida también han sido personas únicas que me han regalado algunos de los momentos más hermosos, sobre todo en la infancia. Creo que yo no sería la misma persona sin haber tenido el privilegio de vivir en temporadas de vacaciones en sus casas (mundos mágicos de caserones antiguos, desvanes misteriosos, pueblo, montaña y prados), y sin haberlos conocido y escuchado sus historias, jugando y aprendiendo con ellos. Ya fallecieron todos, pero tengo sus retratos muy cerca, velando mis espaldas, y los recuerdo a menudo. Mi abuelo paterno amaba la literatura y la poesía. Nos recitaba, a mi hermana y a mí, aquella de Rubén Darío, «Margarita, está linda la mar…» e inventaba cuentos maravillosos de brujas buenas que volaban con escobas y espantaban los males de la gente. Mi abuela materna también era lectora apasionada y recitaba poemas con una gracia increíble. Fue locutora de radio con sólo 15 años, antes de la guerra, y cuando se casó y tuvo hijos, despertó en ellos la pasión voraz por los libros.
    ¡Me parece que de cada uno de mis abuelos podría escribir una novela!

  5. Berta dice:

    Completament d’acord. Sense avis no sé què faríem! Primer quan ets petit, són aquella figura que, a part dels pares, passen hores amb tu oferint estimació a dojo. I després per l’ajuda que ens donen als que tenim fills i el tema conciliació feina-familia es fa difícil!

  6. Hola Bruno! M’agrada molt el tema que has escollit per aquest post. Segur que cadascú de nosaltres tenim una història a recordar respecte dels nostres avis. La meva particular també ens porta a l’escriptura. El meu avi era un excel·lent narrador d’històries i sempre recordo molt algunes d’elles, però hi ha una de ben especial, la que parla d’un nen que devia tenir cinc o sis anys en una platja enorme i gairebé deserta al nord de Galícia. Al meu pare li agradava pescar i desapareixia durant hores i hores. De vegades, si l’acompanyavem, ens quedavem a la platja esperant la seva tornada.
    Aquell dia estava amb el meu avi i potser va veure que, després d’haver fet tots els castells possibles a la sorra, ja m’havia envait un cert cansament. Però no era un problema per a ell. L’avi era capaç d’agafar qualsevol objecte que tingués a l’abast i explicar-me una història apassionant. L’escollit va ser la pala amb la que jo omplia de sorra neta la meva galleda de joguina. I els resultats una aventura digna de «L’illa del tresor», d’Stevenson. Aquella pala havia estat en mans de un gran senyor i després havia passat a pertànyer a uns pirates i, ja se sap, havia acabat desenterrant un tresor fabulós.
    Potser, amb els anys, sobredimensionem aquest tipus de records, però jo sempre he pensat que si sóc escriptor li dec molt a aquells orígens quan escoltava les històries del meu avi i, sense cap gènere de dubtes, era un nen feliç.
    Una abraçada, ratolí, i gràcies per fer despertar els nostres somnis.
    X. R. Trigo

  7. Cosnava dice:

    Todos los que tuvimos unos abuelos y los hemos perdido ya a causa del inevitable paso del tiempo, sabemos del ámbito exacto de su ausencia y de la función que cumplieron en nuestra infancia. Gran artículo!

  8. Paz dice:

    Soy madre y esta condición me llena de satisfacción y realización personal más que ninguna otra. A veces divago imaginando cómo será eso de ser abuela. Lo concibo como una maternidad dulce, serena, con la experiencia de los años y alejada de las necesarias normas de los padres. Será un amor inmenso, con sólo lo bueno, como si la perfección tuviera cabida en este mundo imperfecto… Mientras ese día llega, disfruto de mis hijos y ellos disfrutan de sus abuelos.

  9. Ester Pujol dice:

    Quin post més encertat! M’he emocionat; jo ja no en tinc d’avis, però els records de la infantesa passats amb ells són tresors que ningú em podrà pendre mai…

  10. Coia dice:

    Querido Bruno,
    esta vez nos has tocado de lleno;justo en el centro del sentimiento. Decía Montaigne que la palabra es mitad de quien la habla y mitad de quien la escucha. Yo me pregunto si, en los tiempos que corren, no estaremos dejando a muchos niños huérfanos.
    Los abuelos han sido durante mucho tiempo esos seres que hacían posible el milagro. Hablaban a los nietos y tenían tiempo para escucharlos. Juntos construían historias en complicidad. Se trataba de una alegría recíproca. Los niños crecían y los abuelos rejuvenecían y en este trasvase de energías todos ganaban. En todas las culturas fue así durante siglos.
    Siento una pena infinita cuando se les trata como algo inservible, en desuso.
    Ellos ya no intentan atrapar el tiempo.Ya saben que casi todo puede esperar y casi nada es imprescindible. Y saben, también, que el presente es la única certeza.
    Me pregunto si el punto de encuentro con sus nietos no es de una coincidencia asombrosa.
    Gracias por la hermosa reflexión, Bruno. Y gracias por recomendar mi cuento! Una historia en que la curiosidad y la imaginación es motor de aprendizaje.
    Un abrazo enorme, familia.

  11. Núria dice:

    ABUELICIDAD, bella palabra Bruno!!!
    Mis recuerdos son luces y sombras de una familia imperfecta cómo la vida misma.
    Por un lado, la conexión, pese la distancia, con mi abuela materna. Una mujer aparentemente débil, aunque muy fuerte, bajita, siempre vestida de negro, con su moño de pelo blanco, sonrisa bondadosa y mirada profunda de mujer sabia e intuitiva que leía el alma.
    Nunca conocí a mi abuelo materno, fallecido muy joven del que sólo conservo una foto en blanco y negro. Un gran desconocido para mí.
    Por otro lado, mis abuelos paternos, más cercanos geográficamente, pero más lejanos emocionalmente. Parecía que un muro de hielo separaba a mis abuelos paternos y su familia, de mi padre y de nuestra familia. Caramba…he escrito… ¿y su familia???
    La familia es el pilar que me sustenta…imperfecta, pero perfecta para mí.

  12. Hola Bruno! Me gustó mucho esta entrada, es muy tierna. Creo sinceramente que los abuelos dejan una traza especial en nuestros recuerdos, y tal como cuentas, si el tiempo hubiera podido detenerse en aquellos días donde los teníamos tan cerca sería todo muy hermoso, como un limbo lleno de esa felicidad despreocupada que son los primeros años de una vida.
    Por cierto, dejo humildemente el enlace del prólogo que escribí para la última novela de Patrick Ericson: La memoria de Lucifer, donde precisamente enlazo la literatura, el cine y el recuerdo de mi abuela paterna.
    Un beso:
    http://elalmaimpresa.blogspot.com/2010/05/primeras-paginas-de-la-memoria-de.html

  13. joan dice:

    Como «comentador habitual» del blog de Bruno, esta vez me he quedado sin argumentos. ¡¡Me he sentido protagonista!!. Solo avisar a todos los que han recordado a sus abuelos, con este recuerdo dulce y casi siempre lejano. Ser abuelo te cambia la vida, yo no pensaba que tanto, pero prepárese todo el mundo, por que cuando llega el momento, te la cambia.
    Victoria Cardona y yo comentábamos el otro día, que es un título que hay que ganar día a día, desde el principio, y que hay que mantener también a diario. Pero amigos mios….. ¡¡Es tan bonito!!

  14. Victoria dice:

    Contestando a Juan por “alusiones” como decimos en los debates de la tele (cuando uno quiere interrumpir y rápidamente aprovecha la ocasión) me uno al entusiasmo que ha suscitado esta entrada tan acertada sobre la abuelicidad.
    Puedo hablar con propiedad y así lo hago en Som avis y en su traducción al castellano Conciliar la vida familiar. ¡Y gracias, por nombrarlo!
    Ser abuelo es transformarse, es engrandecer la capacidad de amar, es llenarse de ternura y disponerse a la contemplación, necesaria para aligerar el espíritu y tener equilibrio y serenidad personal. El tiempo, bien escaso, se nos ofrece como si los relojes se pararan y el lenguaje no verbal del gesto, de caricias, miradas y abrazos surge espontáneo y siempre es bien recibido por estas criaturas que prolongan nuestra vida y la llenan de esperanza. ¡Tenemos nuevos proyectos!
    Vivamos el día a día con disponibilidad hacia nuestros nietos y sin intromisiones en la vida del matrimonio joven que coarten su autonomía e independencia. Puedo costarnos a veces dejar de lado el: “solo ser consejeros o decir: en mis tiempos…” pero lo haremos. Este es nuestro tiempo y siendo simpáticos favoreceremos la transmisión de raíces. Y ser abuelos, Juan, es un privilegio.

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